Alguna vez leí que durante los desfiles triunfales tras una gran victoria militar, los emperadores y generales romanos tenían a alguien que les susurraba al oído la frase “memento mori” (recuerda que morirás), un recordatorio de lo efímero de la vida, un mensaje claro y constante para mantener el ego a raya y recordar su lugar en la historia y en la tierra.
Me gusta recordar que somos diminutos en la escala universal, nuestros breves años de vida son sólo un parpadeo si pensamos en la vastedad del universo, en esta inmensidad a la que llamamos tiempo.
A partir de esta idea hay dos formas en las que interpreto las cosas.. La primera es creer que somos insignificantes, esto nos puede llevar al nihilismo y al desánimo o bien puede poner en perspectiva el verdadero tamaño de nuestros problemas, esta idea me da claridad y hace que mis problemas tomen la dimensión correcta que casi siempre es más manejable de lo que pensaba.
La otra forma de interpretar esta idea es que somos un milagro materializado, lo momentáneo y efímero de la vida nos dice que somos ganadores de la lotería cósmica y que este breve instante que nos toca vivir es TODO. Nuestras experiencias, emociones, sentimientos y el potencial de nuestro trabajo tienen esa llama universal y por lo tanto, somos el universo. We are all made of stars, dice Moby.
Hace unas semanas encontré un libro que me acompañó en mi último viaje por la península de Yucatán, “El ego es el enemigo” de Ryan Holliday, una lectura muy adecuada para contrastar con el lujo y el placer de visitar las lujosas haciendas henequeneras convertidas en hoteles de con gran gusto y atención al detalle.
El autor, que además difunde las enseñanzas de la escuela filosófica del estoicismo, escribió éste libro lleno de ejemplos y anécdotas personales en las que retrata los riesgos y excesos que el ego desmedido puede provocar. Los malos ejemplos, son usualmente en talentos y promesas de los negocios, la milicia y la política. Prácticamente todos eran hombres blancos ¿Coincidencia?
El libro plantea la idea de que el ego nos lleva a desarrollar tendencias, prácticas y patrones que nos alejan de la virtud (el objetivo buscado por Aristóteles y los estoicos) y nos impide tener un desarrollo pleno. El ego es el principal causante de que las personas con carisma y talento sean incapaces de adoptar una actitud de servicio a los demás, les impide la disposición al aprendizaje o los hace creer en la autosuficiencia, esto usualmente conduce al fracaso.
El libro plantea escenarios en donde algunas personas con una vida entregada al servicio y la excelencia no siempre son premiados con fama, reconocimiento o cargos de importancia, pues el objetivo es el servicio, el cumplimiento del deber y la búsqueda de la felicidad trascendente.
Este libro hace frente a la “hustle culture”, esta tendencia que promueve la autosuficiencia, el trabajo sin descanso y el “fake it till you make it” como receta infalible para el éxito. El ego nos vende la idea del “self made man” en la que el positivismo tóxico y la meritocracia son parte de la receta del éxito. Esta idea va de la mano con el positivismo tóxico y el “entitlement” de que merecemos la fama, el dinero, el poder y el reconocimiento.
Para mi el libro ha sido especialmente revelador, pues me ha ayudado a recordar que las oportunidades y las experiencias a las que tengo acceso no son un premio o una recompensa a mi trabajo, si no un vehículo para generar valor al planeta y a las personas a las que puedo llegar.
El enorme privilegio de viajar y conocer México es la consecuencia y el vehículo a través del cuál puedo seguir generando un impacto positivo, poniendo mis habilidades y mi experiencia al servicio de los demás, (lo cuál no impide que disfrute el camino). Me ha ayudado a recordar el “por qué y el para qué”.
El ego es el enemigo, es una poderosa llamada a reconocer que no todo está bajo nuestro control y que no todo depende de nuestro talento, trabajo o inteligencia, también nos enfrenta a la idea de que el objetivo es la búsqueda de la felicidad y el sentido, no del reconocimiento, el dinero o el poder.
Es una de las enseñanzas más difíciles del estoicismo, pues la búsqueda de la virtud nos puede llevar a ganar reconocimiento, poder y privilegios y es justamente ahí en donde el ego ataca, en donde se disfraza de buenas intenciones y premios merecidos.}